Derribando falsas creencias sobre las emociones

Nuestro sistema emocional tiene como misión ofrecernos información útil y valiosa para una mejor adaptación y desarrollo vital. Este avanzado sistema favorece un funcionamiento óptimo activándose de forma automática ante distintos acontecimientos. Esto significa que nosotros no podemos controlar o predecir de forma exacta cómo responderá nuestro sistema afectivo ante las situaciones que vivimos. Tampoco deberíamos tratar de cambiar de forma brusca nuestra forma de sentirnos, aunque sí tendremos que gestionarlo, es decir, entender y equilibrar nuestras reacciones. Esto significa que no hay formas correctas o incorrectas de sentirnos en determinadas situaciones porque no tenemos la capacidad para determinar cómo sentirnos. Sin embargo, si bien esto parece ser coherente ¿no es cierto que pedimos disculpas cuando nos emocionamos en público? Si no te ha pasado a ti, seguramente recuerdes a algún conocido/a haciéndolo.

La relación que mantenemos con nuestro mundo emocional viene determinada por aquellas experiencias que hemos vivido en primera persona o bien hemos visto en nuestros seres más cercanos y, en general, en la sociedad. De estas interacciones hemos extraído ciertas creencias que, en un momento dado, pueden entorpecernos en nuestra gestión emocional cotidiana. Veamos cuáles son algunas de estas creencias para analizar su veracidad.

Creencia: Las emociones desagradables no sirven para nada, son un sufrimiento innecesario 

Realidad: En realidad, son igual de útiles que las emociones más agradables: nos dan información sobre nosotros mismos y sobre nuestro entorno. Sin embargo, es cierto que en muchas ocasiones es incómodo de experimentar y si nos oponemos a ellas o las ignoramos se pueden volver más ásperas y volubles (y esto nos puede hacer confundirnos y verlas como enemigas y/o inútiles). Mientras sean adecuadas en intensidad y duración son una herramienta de gran utilidad y necesaria para nuestro desarrollo.

Creencia: Las emociones desagradables como la ansiedad son peligrosas e incontrolables 

Realidad: Todos hemos sentido en algún momento de nuestra vida que nuestras emociones “se desbordaban”. La metáfora de la manguera nos puede ayudar a entender el porqué (Hervás, 2012). Si lo representásemos de forma gráfica, podríamos imaginar una manguera de agua con el grifo abierto, pero taponada en su orificio de salida. Si entendemos que el flujo de agua es continuo ¿qué pasará si mantengo la manguera taponada de forma voluntaria? Con seguridad, pasado un tiempo, se genere tanta presión que haga que el agua salga disparada con sensación de peligro y falta de control (el tapón saldrá disparado y dejará fluir el agua a toda presión). De igual forma ocurre con nuestras emociones. Por tanto, atender nuestras emociones -y también a nuestras necesidades- de forma habitual, hará que las vivamos de forma más suave.  

Creencia: Sentirse triste o deprimida es de personas débiles o con falta de capacidad 

Realidad: Las emociones como la tristeza o la vergüenza son universales en la medida que todos somos capaces de sentirlas, por lo que no se relacionan con la fortaleza de una persona. Todos sentimos humillación, miedo, rabia… lo que pasa es que a algunas personas se les nota más que a otras. Además, la expresión emocional no está nada reforzada socialmente y muchas veces se interpreta como un signo de debilidad. Este tipo de comentarios son los que mantienen esta creencia puesto que asociamos sentir o expresar emociones con falta de habilidad personal: “Venga, si no ha sido para tanto…”, “No llores, que los niños valientes no lloran”, “Bueno… ahora piensa en otra cosa porque no puedes hundirte”, “En estos momentos tienes que ser fuerte…”. 

Creencia: Aquellos que sienten culpa, envidia o se enfadan con otros son personas tóxicas

Realidad: Las emociones nunca pueden ser sometidas a juicio ético ya que no las elegimos. Solo podemos evaluar nuestros comportamientos, es decir, aquello que hacemos cuando las emociones son intensas. Las emociones no son controlables, pueden ser reguladas, pero no anuladas. Y esta regulación implica no hacer cosas de las que luego podamos arrepentirnos.  ¿Por qué algunas emociones tienen tan mala prensa? Porque tendemos a malinterpretar los mensajes que las emociones nos envían: la culpa no nos dice qué somos malas personas, la envidia no nos invita a desear o provocar mal a otros… Por tanto, sentir culpa, envidia, celos ni ninguna otra emoción nos convierte en malas personas; solo muestra que somos humanos y estamos vivos en interacción con el mundo. 

Vídeo Del Revés

Tal y como se explica en Hervás (2011, 2012) es fundamental entender que los mensajes de las emociones no son sentencias ni juicios, sino avisos constructivos con una función útil. Aprender a decodificar lo que significan nuestras emociones es fundamental para poder gestionarlas de forma adecuada y recuperar cuanto antes el equilibrio. Pero no hay que olvidar que las emociones, a veces, también son falsas alarmas. No por sentirme culpable soy el responsable de lo sucedido, pero sí soy quien debe analizar ese mensaje y darlo por válido o no. Por tanto, aquello que sentimos no siempre es acertado. Nuestro sistema emocional es conservador. Esto quiere decir que, ante la duda, siempre nos va a activar la emoción. De no ser así, habríamos tomado demasiados riesgos y seguramente no hubiésemos llegado tan lejos como especie. 

En conclusión, conocer esta información implica un cambio en cómo nos relacionamos con nuestras emociones y por ende en nuestro bienestar. 

¡Recuerda! No hay una manera correcta de sentirse. Sientas lo que sientas, está bien así. 

Rocío Florido Farfán – Psicóloga General Sanitaria

Para leer más artículos sobre emociones, haz click AQUÍ.

Bibliografía consultada: 

Linehan, M. M. (2003). Manual de tratamiento de los trastornos de personalidad límite. Barcelona: Paidós.

Hervás, G. (2011). Psicopatología de la regulación emocional: El papel de los déficit emocionales en los trastornos clínicos. Psicología Conductual, 19, 347-372.

Hervás, G. (2012). Manual de intervención para el entrenamiento en procesamiento emocional óptimo. Documento sin publicar (UCM).

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